Existe una raza de personas que deberían de vivir juntos en su propio país de regaliz: los superfelices. Y estoy harrrta de todos los que me rodean. Se puede tener un positivismo sano y se puede ser superfeliz. Los superfelices tienen un fondo oscuro, son siniestros y retorcidos. Tienden a retroalimentarse de la vida y pensamientos de los demás, haciéndoles sentir mal consigo mismos y con lo que les rodea, y de ahí precisamente es de donde les viene su puta felicidad fingida.
No quiero consejos baratos sobre pensar en las cosas buenas que me pasan mientras estoy despierta. No soporto a esa gente que caaaaada día se pone una frase relacionada con la felicidad. Y no, no me creo que en esa obsesión por buscar la felicidad consigan serlo en el día a día.
Hay que disfrutar y reir. Reir mucho. Y si toca, también llorar y estar mal. Solamente quiero a a mi alrededor a la gente que sea capaz de mostrarme sus sentimientos sean cuales sean. Con los que pueda reir y llorar. Los que sólo viven regocijándose en su felicidad que se queden en su casa bajo llave.